Estoy en mala edad. Esa parece ser la conclusión con la que debo quedarme tras las conversaciones que se han repetido estos días con diferentes amigos sobre el eterno asunto de las parejas. Sí, amigos, sí. Estoy en esa bendita edad en la que la gran mayoría de tus amigos ya han hecho sus apuestas y de repente escuchas en tu cabeza al cuprier de la mesa de reparto decir eso de “no va más, señores”. Y ahí te has quedado tú, con todas tus fichas en la mano y cara de panoli.
Sí, es la edad. Esa edad en la que cuando te interesas por un hombre, incluso si él también se interesa por ti, está casado o con pareja estable o viene con alguna tara de fábrica (normalmente mental). Con lo cual, te quedan dos opciones: asumir que se te pasaron las rebajas y resignarte a rebuscar en las tiendas de taras uno que no tenga muchos agujeros, o vivir de los préstamos de las “amigas” (esas legítimas desconocidas) a ver si uno de estos días a alguna se le olvida pedirte que le devuelvas al prenda.
¡Ay, qué ironía! Como decía el otro día mi querida amiga Estefanía, con la de gangas que se ha encontrado una por ahí y las ha dejado pasar. Sí, señor. Es el sino de las inconformistas. Ninguno fue suficiente, nosotras buscábamos al hombre perfecto, al hombre de nuestra vida. Y un día despertamos y nos encontramos que nos ha pasado como lo que cuenta Alanis Morissette aquí al lado en el reproductor: “meeting the man of my dreams, and then meeting his beautiful wife, isn’t it ironic?”.*
Aunque bueno, para qué nos vamos a engañar, vale más estar en este lado de la barrera, viendo cómo los hombres nos buscan para echar sal y pimienta a las aburridas vidas en las que se han embarcado con sus mujeres ideales, que ser mujeres ideales que esperan con una venda en los ojos a que lleguen sus amados maridos de “trabajar hasta tarde en la oficina”, ¿no creéis?
En el fondo, esto sólo sirve para que a una se le quiten definitivamente las ganas de esperar a su príncipe azul, sabiendo que tarde o temprano acabará destiñendo y quedándose, como mucho, lila pálido. Vale más asumir de una vez por todas que te vas a quedar, no para vestir santos, porque eso ya no se lleva, pero sí para desvestir demonios, que hay unos pocos sueltos…
And, isn’t it ironic? Don’t you think?
Feliz año, amigos!
*Conocer al hombre de mis sueños, y entonces conocer a su preciosa esposa, ¿no es irónico?
6 comentarios:
Sí, mami sí, un poco taradas sí estamos... Esquizofrénicas no que es una enfermedad muy grave y de la que no se puede hablar a a ligera...
Y si voy de rebajas, madre por dios, de cuarenta pa ti, vale, pero a mí se me quedan ya un poquito grandes no crees????
Y no me salgas con lo de que tienen la visa más cargada, que te conozco... jajaja... Si la cosa fuera de bolsillos no habrían tantos problemas... ya me entiendes ;)
Ea besitos, madre!
Hola Vanessa!
Muchas gracias por pasarme más datos de Javier Gómez. Pero a ver si me puedes ayudar, que hay una cosa que no consigo averiguar de ninguna manera: ¿cuál es su segundo apellido?
Gracias otra vez y besicos!
O sea, que se te paso el arroz. Vamos, no me j...! Ya sabes lo que pienso. Además que ese arroz no es el apropiado para una buena paella. Y tu eres un arroz de esos que nunca se pasan. De primera. Un beso y un abrazo navideños, y que los reyes majos te traigan todo lo que quieres.
Y por cierto, si no abres los registros no se puede comentar en el otro blog, en el de Serena. Un beso, artista.
abierto... hasta el amanecer ;-P
Publicar un comentario