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martes, 4 de marzo de 2008

El ágora de las ausencias

Debe ser cuestión de colores, de doctrinas, de compartir asesores, de algo que les une de un modo difícil de precisar, pero si hay algo que puede sacarse del debate entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno durante los próximos cuatro años, es que existe un discurso cerrado, prefijado y rígido que dirige las palabras de todos y cada uno de los candidatos de cada uno de los partidos, desde la cúpula hasta el ámbito más cercano de los ayuntamientos.

El PP del ¡esto es mío! y el PSOE del ¡y tú más! volvieron a desatar sus cíclicos argumentos en el debate del pasado martes a través de las palabras de sus dos máximos representantes. “Como ustedes vivieron de la herencia y de la inercia, durante un cierto tiempo las cosas fueron bien”, decía Rajoy. “Los huevos, con ustedes, subieron tres veces más, las frutas subieron tres veces más con ustedes, y las patatas subieron 22 veces más con su Gobierno”, decía Zapatero. Esto es mío. Y tú más. Exactamente lo mismo que ocurre cada fin de mes en los plenos del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Muy bien para la demagogia preelectoral. Pero, ¿qué van a hacer ustedes por los ciudadanos si logran el sillón presidencial el próximo 9 de marzo?

Algo aclaró ZP al respecto: “150.000 viviendas de protección oficial”, “devolución de 400 euros por contribuyente”, “crear 2 millones de empleos en esta legislatura, más estables y 1,2 para mujeres”, “subir las pensiones mínimas hasta 850 euros a los jubilados con cónyuge a cargo y 710 euros para las viudas “ subir otro 30% el salario mínimo, hasta llegar a 800 euros”. Luego habrá que ver si lo cumple o si las promesas se pierden en la burocracia de las administraciones como ha ocurrido hasta ahora con la ley de dependencia, la educación para la ciudadanía y otras muchas medidas esgrimidas por el Gobierno socialista en estos últimos cuatro años.

Pero, al menos, algo prometió. Rajoy, sin embargo, debe tener asumido que no va a ganar. Es lo que se puede deducir de alguien que aconseja a su contrincante sobre lo que debe hacer los siguientes cuatro años. “Reduzca el gasto público”, “establezca competencia de mercados”, “hagan reformas económicas y una auténtica economía de mercados”, “cuiden aquellos precios que son regulados”, aconsejó el líder popular a Zapatero. Pero para hacerle caso, el PSOE tendrá que ganar, ¿asume entonces Rajoy que las elecciones están perdidas? ¿No tiene él nada que ofrecer a los españoles?

Bueno, sí, siendo justos algo ofreció: “todas aquellas personas que no ganen 16.000 euros al año no pagarán impuestos y no se les retendrá en la nómina”, “vamos a bajar el impuesto de las sociedades” “vamos a ocuparnos de la educación, una educación basada en el mérito, el trabajo y el esfuerzo”. Pero ¿qué quiere decir ocuparse de la educación? ¿Cómo piensan bajar el impuesto de las sociedades y cuánto? El PP se olvidó de la concreción y es la concreción lo que gana el favor de los ciudadanos. Eso, y no discutir sobre cuál fue la primera pregunta de Rajoy en el Parlamento hace cuatro años, es lo que gana votos.

Sin embargo, alrededor de esa pregunta perdieron los candidatos suculentos minutos durante el debate. Fue esto. Que no, que fue lo otro. Y cuando al líder popular ya no le quedaban argumentos, surgía de la nada el discurso que durante los últimos cuatro años ha regido a la oposición del Gobierno nacional: ETA, alianza de civilizaciones, inmigración, memoria histórica, la opa de Endesa y Afganistán. Está claro que el PP no quiere que España se olvide de lo que, para ellos, han sido los grandes errores del Gobierno, porque en eso consiste el desgaste. Pero, igualmente, está claro que el PSOE no quiere que España olvide a Irak, al 11-M y a Aznar, usando como defensa, una vez más, el arma del y tú más cuando las cosas se ponen feas.

¿Y quién ganó? Depende de lo que hablemos. Si hablamos de dialéctica, de la pura dialéctica, esa maravillosa técnica que los griegos en sus ágoras convirtieron en arte, si hablamos de dialéctica desligada de cualquier otra connotación o valoración, desligada de lo que muestren sus argumentos colocados en las balanzas de la objetividad, entonces debemos decir que Zapatero no tuvo rival. Lo cual no significa que ganara, pues la victoria se mide siempre en función del contrincante a batir.

Ahora, si hablamos de España, del futuro, del electorado, de las medidas, de los proyectos y de la claridad y transparencia de sus programas, pierden los dos. O mejor, perdió España y seguirá perdiendo. Pues cuando las dos únicas opciones que el bipartidismo de hecho ha dejado a los electores centran su oratoria en desarmar al contrario y en convertirse en la mejor alternativa, no por lo que uno es capaz de lograr, sino por lo que el otro ha hecho, hace o hará mal, quien pierde es el español medio, quien pierde es la democracia, quien pierde es el ciudadano, que tendrá que seguirse conformando con la opción menos mala ante la ausencia de una realmente buena, tendrá que conformarse con el mejor orador, ante la ausencia de un buen político.

1 comentario:

Ami dijo...

Lo que se celebran aqui no son debates no nos confundamos... Son minimitenes... Para lo que hacen aquí no nos hacen faltas moderadores sino simplemnte un reloj de ajedrez para pasar el turno o al que baja el microfono en 59 segundos... Ves un debate de de las presidenciales americanas y ves otro mundo y eso que el 80% de lo que hablan alli ni te afecta porque se suelen centrar en problemas domésticos, pero te enganchan de una manera que no lo puedes dejar de ver... Por cierto voy a comprarme un portatil y voy a pedir que me quiten el Vista y que me pongan el Windows ZP...